Bueno, el título lo dice todo, jeje.
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Por fin, cuando mis fuerzas empezaban a flaquear y perdía poco a poco la esperanza y la ilusión por mi futuro trabajo se hizo la luz...
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Una mañana, haciendo mi maleta para viajar esa misma noche a ver a mi novio, me llaman por teléfono del sindicato y resulta que había una baja esperándome si la aceptaba. Los nervios me comían, eran sólo 5 días, pero no podía ni quería renunciar por nada del mundo.
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Por suerte mi maleta estaba hecha y tan sólo tuve que prepar mi cabecita loca que no paraba de pensar, de imaginar, de soñar, con ese lunes en el que por fin podría decir que era interina.
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Y ese día llegó. En un colegio de Águilas, un pueblo costero y precioso de Murcia. Y esos 5 días se conviertieron en un mes increíble e inolvidable.
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La experiencia en el colegio fue fantástica. Tuve mucha cuerte con los niños que me acogieron muy bien y sobrer todo con mis compañeros. Se portaron de una forma digna de admirar conmigo. La experiencia fue muy grata y ellos hicieron que fuera uno de los momentos más especiales de mi vida. Su cariño, su ayuda, sus cosejos,...todo...No voy a poner fotos suyas porque no me parece bien hacerlo sin su permiso, pero realmente quizás vosotros no las necesitéis, y yo esas imágenes las guardo para mí en un rinconcito muy especial de mi casa y de mi vida.
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Para todos los que puedan leerlo de mis compañeros del cole, GRACIAS. Gracias porque me tocó lo mejor que me podría haber tocado. Sin vosotros la experiencia no habría sido igual de divertida, de provechosa, de emocionante. Os recuerdo cada día y a cada instante. Y no dejo de pensar que quizás en algún momento, en el algún colegio, volvamos a cruzarnos, y volvamos a compartir tantas cosas buenas como da esta profesión.
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Por otro lado no puedo dejar de hablaros de mi experiencia allí, en Águilas, yo solita!! La verdad es que me parecía un mundo, pero enseguida me hice a eso de estar sola, y buscarme las habichuelas como se suele decir por mi tierra.
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Me hospedé en un hostal. No podría haber elegido mejor, estoy segura. A parte de que las habitaciones y todo el hostal en sí estaba realmente bien (lo mejorcito en calidad-precio) lo que sí que me llevé de allí fueron unas amigas que no sé muy bien por qué me dieron todo su cariño desde que entré por la puerta.
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Sí, me refiero a mis niñas de Hostal (así las llamaba cariñosamente al hablar con mi familia y amigos desde allí). Se trata de las chicas que allí trabajan, desde recepción a mantenimiento. Desde el primer día estuvieron pendientes de que no me faltara de nada, de que estuviera bien. Me bajaba con ellas a charlar y a cenar a la recepción bastante a menudo, y poco a poco, se conviertieron en mi familia allí. Ellas lo fueron todo, en especial Lucía, a la que si me lee alguna vez le mando el mayor de los abrazos. No me faltó nada teniéndolas a ellas ahí. Para lo que quisiera o necesitara. Siempre tenían una sonrisa para regalarme y con eso yo ya era feliz.
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La despedida fue dura, tanto del cole como del hostal. Pero la experiencia inolvidable. Por primera vez comprobé que sí que sirvo para ser maestra. Que sí puedo desenvolverme sola. Que sí puedo, pese a mis miedos, relacionarme y hacer amigos nuevos. Que sí puedo llegar a ser quien siempre he deseado.
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A todos los que que compartistéis ese mes en Águilas junto a mí en el cole, a Marina, Maribel, Encarni, José Antonio, Alicia, Juani, Miguel Ángel, Nico, y a todos los demás que no me da tiempo a nombrar: GRACIAS.
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Y a mis niñas del hostal, a Mercedes, Marioly, María y cómo no, a Lucía, GRACIAS.
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Sin duda algun, tenéis un hueco en mi corazón y en mi vida todos y cada uno de vosotros...
